Matthew 4

Jesús es tentado por el diablo

1Por aquel tiempo Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el diablo
1. Véase Mc. 1, 2 ss.; Lc. 4, 1 ss.
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2Ayunó cuarenta días y cuarenta noches, después de lo cual tuvo hambre. 3Entonces el tentador se aproximó y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se vuelvan panes”
3 ss. Esta tentación se comprende solo como humillación del Señor, quien, siendo el segundo Adán, quiso expiar así el pecado de los primeros padres. El tentador procura excitar las tres concupiscencias del hombre: la sensualidad por medio del apetito de comer, la soberbia por medio del orgullo presuntuoso, y la concupiscencia de los ojos por medio de los apetitos de riqueza, poder y goce. Preparose Jesús para la tentación orando y ayunando. He aquí las armas más eficaces para resistir a las tentaciones. Las citas de la Sagrada Escritura corresponden a los siguientes pasajes: v. 4 a Dt. 8, 3 y Sb. 16, 26; v. 6, al Sal. 90, 11 s.; v. 7, a Dt. 6, 16; v. 10, a Dt. 6, 13.
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4Mas Él replicó y dijo: “Está escrito: “No de pan solo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. 5Entonces lo llevó el diablo a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo; 6y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, échate abajo, porque está escrito: “Él dará órdenes a sus ángeles acerca de Ti, y te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra”. 7Respondiole Jesús: “También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”
7. “Guárdese el lector de entender que Cristo declara aquí su divinidad, diciendo a Satanás que no lo tiente a Él. Esto habría sido revelar su condición de Hijo de Dios, que el diablo deseaba vanamente averiguar. Venció Jesús al tentador con esta respuesta, enseñándonos que poner a Dios en el caso de tener que hacer un milagro para librarnos de un peligro en que nos hemos colocado temerariamente y sin motivo alguno, es pecado de presunción, o sea tentar a Dios”.
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8De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, 9le dijo: “Yo te daré todo esto si postrándote me adoras”. 10Entonces
10. Por tercera vez es vencido Satanás por el poder de la Escritura. San Pedro nos reitera esta doctrina de que, para vencer al diablo, hemos de ser fuertes en la fe (1 Pe. 5, 8) y San Juan nos da igual receta para vencer al mundo, cuyo príncipe es el mismo Satanás (Jn. 14, 30). Sobre el poder de la Palabra divina, véase Lc. 22, 36 y nota; Sal. 118, 1 ss.; Ap. 12, 11.
Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás”.
11Le dejó entonces el diablo, y he aquí que ángeles se acercaron para servirle.

III. MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

Comienzo de la vida pública

12Al oír (Jesús) que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea, 13y dejando Nazaret, fue y habitó en Cafarnaúm
13. Cafarnaúm, hoy Tel Hum, situada en la ribera norte del Lago de Genesaret.
junto al mar, en el territorio de Zabulón y de Neftalí,
14para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: 15“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, más allá del Jordán, Galilea de los gentiles; 16el pueblo asentado en tinieblas, luz grande vio; y a los asentados en la región y sombra de la muerte, luz les alboreó”
15 s. Véase Is. 9, 1 s. y nota.
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Los primeros discípulos

17Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: “Arrepentíos porque el reino de los cielos está cerca”. 18Caminando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón el llamado Pedro y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, pues eran pescadores, 19y díjoles: “Venid en pos de Mí y os haré pescadores de hombres”. 20Al instante, dejando las redes, le siguieron. 21Pasando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en su barca con Zebedeo su padre, que estaban arreglando sus redes, y los llamó. 22Ellos al punto, abandonando la barca y a su padre, le siguieron.

Evangelización de Galilea

23Y recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos
23. En las sinagogas de ellos: cf. Hb. 8, 4 y nota.
, y proclamando la Buena Nueva del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
24Su fama se extendió por toda la Siria, y le traían todos los pacientes afligidos de toda clase de dolencias y sufrimientos, endemoniados, lunáticos
24. Lunáticos se llamaban los epilépticos y enfermos de similar categoría, porque su enfermedad se atribuía a la influencia de la luna.
, paralíticos, y los sanó.
25Y le siguieron grandes muchedumbres de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
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